miércoles, 18 de julio de 2012

Marqués de Riscal Gran Reserva 1945


Aparentemente es un vino con la evolución, de una larga crianza, pero cuando ahondamos en sus entrañas, vemos algo más... la grandeza de una añada, la qual, en su día no fue designada como tal, por sus problemas de heladas. Se mantiene vivo y grande, es intenso y amplio. La fruta pasa, juega con las especies, las notas terrosas y da la misma sensación que cuando olemos un jerez muy viejo y sentimos la concentración de sus aromas, como cuando reducimos una salsa para intensificar su sabor, cacao, café, trufa negra, hoja de tabaco, y ese punto mentolado que sin duda, es la herencia que le dejó la Cabernet Sauvignon, que en esa época su composición rondaba en un 70%.
En boca nos confirma su perfecto estado de salud, con esa suave acidez, que junto a sus taninos todavía perceptibles, han mantenido a este gran vino, elegancia, profundidad y persistencia. Sus aromas se mantienen en su gran recorrido, con finura, y en su final, nos deja sensaciones de los amargos de los taninos y se desvanece lentamente entre aromas de regaliz, trufa negra y ciruela pasa. 
Es emocionante, ver como el tiempo para algunos, pasa tan despacio. Eso te hace comprender que la excelencia de las añadas solo las tendría que calificar el tiempo.


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